Antigua prensa de encuadernación
El deterioro de los libros supone un problema para cualquier biblioteca. Así le ocurrió a la biblioteca de Toul, en Francia, hasta que un ingeniero retirado salió a su rescate con los tensores Superbolt que dieron vida a una vieja prensa de encuadernación de libros.
Es justo afirmar que: "un ingeniero es siempre un ingeniero". En el año 2012, Philippe Gauvin se retiró de su cargo como ingeniero consultor en la empresa eléctrica francesa EDF Hydro, pero nunca dejó atrás sus habilidades para solventar problemas.
"Mi trabajo consistía en analizar los problemas técnicos que desencadenaban fallos y daños en las instalaciones de generación de energía hidráulica en toda Francia", indica. "Entonces tenía que estudiar los datos técnicos para encontrar soluciones tecnológicas a largo plazo que corrigiesen dichas disparidades".
En estas soluciones era frecuente utilizar lostensionadores Superbolt, y cuando la biblioteca de mi ciudad natal Toul, al sureste de Francia, precisó ayuda, tuve una idea.
Para una biblioteca de una localidad pequeña con un presupuesto reducido, el deterioro progresivo de sus libros más populares suponía un gran reto. Gauvin se acordó de que en la escuela donde solía trabajar su mujer había varios técnicos con grandes habilidades para reparar cualquier cosa. Por ejemplo, crearon una prensa de encuadernación para arreglar los libros. "Volví al liceo, echamos un vistazo y encontramos la prensa guardada al fondo de un armario", añadió.
La arreglamos pero era un objeto demasiado pesado y voluminoso, nada fácil de accionar. "Sabía que el tamaño de los pernos estándar dificultaría su accionamiento diario", añade Gauvin, mientras recuerda la experiencia tan positiva que tuvo al utilizar los tensionadores Superbolt. Entonces llamó a un antiguo contacto, Sébastien Bruyas del Grupo Nord-Lock y le encargó cuatro tensionadores Superbolt.
"El uso de estos tensionadores en la prensa ha permitido que la biblioteca se encargue del mantenimiento de la prensa sin tener que recurrir a una llave de 30 mm, que hubiera requerido una fuerza considerable".
Ahora la prensa se utiliza con total normalidad y repara 20 libros por semana. El proceso es muy sencillo: El libro se coloca con firmeza en la prensa, permitiendo que las páginas se dispongan correctamente; después se realiza el cosido y posterior encolado de la cubierta en su respectiva posición. "Fue una gran oportunidad de dar vida a un producto que se había olvidado", puntualiza Gauvin. "Con poco más de 100 euros, nos aseguramos de que los libros infantiles puedan seguir acompañando a los pequeños lectores, mientras que otras bibliotecas hubieran tenido que cambiarlos. Es un claro ejemplo de economía circular".