¿Puede una estructura resiliente salvarnos del desastre?
Un número cada vez mayor de desastres naturales y humanos está sometiendo a infraestructuras críticas a una tensión extrema. Los ingenieros pueden desempeñar un papel esencial al apostar por la resiliencia, y beneficiar así a la sociedad mundial.
La Base de Datos Internacional sobre Desastres (EM-DAT, por sus siglas en inglés) no es apta para personas sensibles. Representa un sin fin de catástrofes ecológicas, agujeros económicos y sufrimiento humano. La base de datos enumera y describe los acontecimientos y los efectos de más de 22 000 desastres masivos a nivel global, desde 1900 hasta la actualidad. Recopila desastres naturales como inundaciones, tifones, desprendimientos, sequías, terremotos, olas de calor y fuegos incontrolados.
También incluye desastres "provocados por el hombre", como naufragios, accidentes aéreos, incendios, explosiones, derrumbes en minas y accidentes ferroviarios. Incluso detalla estampidas de multitudes en discotecas, por ejemplo.
El número de desastres es cada vez mayor
El número de desastres es tal que incluso se ha fijado un Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. Organizado por las Naciones Unidas para "promocionar la concienciación del riesgo y reducir los desastres", éste se celebra cada 13 de octubre desde 1989.
En relación a este evento en 2020, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, UNDRR, publicó un informe sobre el coste humano de los desastres en el período 2000-2019: "Human cost of disasters: An overview of the last 20 years, 2000–2019". En el prólogo, Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General para la Reducción del Riesgo de Desastres, junto con Debarati Guha-Sapir, Directora del Centro para la Investigación de la Epidemiología de Desastres, del Instituto de Salud y Sociedad de la Universidad Católica de Lovaina (UCLouvain), en Bélgica, puntualizan:
"Han trascurrido veinte años de este nuevo siglo y, cada año que pasa, el riesgo de desastres adopta una forma y un tamaño nuevos. Los desastres nunca han esperado su turno y, cada vez más, el riesgo está interconectado. El origen del riesgo y las consecuencias se multiplican y transmiten en cascada, chocando de maneras impredecibles".
Mizutori y Guha-Sapir añaden: "Mientras que este informe se centra principalmente en el impactante aumento de los desastres climáticos en los últimos veinte años, también acentúa la necesidad de fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres ya sean de índole natural o humana, incluyendo los daños y riesgos a nivel ambiental, tecnológico y biológico".
Esencial para reforzar la resiliencia a los desastres
Los desastres relacionados con el clima incluyen catástrofes meteorológicas, climatológicas o hidrológicas. Durante las primeras dos décadas del siglo XXI, las cifras se han duplicado. La mayoría de los 7 348 desastres registrados correspondió a inundaciones, seguido de tormentas. Se estima que dichos desastres han causado 1,23 millones de muertes y han afectado a 4,03 millones de personas aproximadamente. Las pérdidas económicas estimadas a nivel global fueron de 2,97 trillones de dólares estadounidenses (USD).
Junto con la UNDRR, numerosas iniciativas y organizaciones de todo el mundo se han comprometido a cambiar esta situación. Un ejemplo es el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.
Su objetivo es "prevenir nuevos riesgos de desastre y reducir los ya existentes a través de medidas integradas e inclusivas a nivel económico, estructural, legal, social, sanitario, cultural, educativo, ambiental, tecnológico, político e institucional. Se trata de prevenir y reducir la exposición a riesgos y la vulnerabilidad a desastres, estar preparados para responder y recuperarnos, y así reforzar la resiliencia".
Destacan las siguientes cuatro esferas prioritarias:
- Comprender el riesgo de desastres.
- Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres para gestionar dicho riesgo.
- Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia.
- Aumentar la preparación para casos de desastre a fin de dar una respuesta eficaz y para "reconstruir mejor" en los ámbitos de recuperación, rehabilitación y reconstrucción.
En caso de desastre, lo prioritario es proteger las vidas humanas, la salud y el trabajo, pero también es importante reducir los daños causados a infraestructuras críticas y de servicio.Las infraestructuras críticas son el vínculo de unión de la sociedad moderna, ya que permiten que nuestro mundo funcione. Es fácil imaginar el caos que habría si no tuviésemos carreteras, ferrocarriles, puentes o túneles; si no se gestionase el agua corriente y residual, o la red eléctrica. Imaginemos un mundo sin acceso a Internet o sin telecomunicaciones. ¿Cuál sería el potencial disruptivo?
Las infraestructuras críticas unen a la sociedad
Las infraestructuras críticas son el vínculo de unión de la sociedad moderna, ya que permiten que nuestro mundo funcione. Es fácil imaginar el caos que habría si no tuviésemos carreteras, ferrocarriles, puentes o túneles; si no se gestionase el agua corriente y residual, o la red eléctrica. Imaginemos un mundo sin acceso a Internet o sin telecomunicaciones. ¿Cuál sería el potencial disruptivo?
"The Resilience Shift" —una iniciativa creada por Lloyd’s Register Foundation (LRF) y una empresa de servicios profesionales Arup— indica que, "Más gente que nunca depende de los servicios críticos facilitados por los sistemas de infraestructura debido al crecimiento de la población mundial y a su transición de las zonas rurales a las urbanas. Si alguno de estos sistemas fracasa, las consecuencias pueden ser catastróficas para la seguridad pública y el bienestar, para el entorno y la economía".
Se estima que para el año 2050 casi el 70 por ciento de la población mundial vivirá en las ciudades. Así que, el reto es cada vez mayor.
The Resilience Shift puntualiza que el cambio climático y los ciberataques también suponen una importante amenaza, siendo difícil de predecir o evitar su impacto y presión en infraestructuras críticas. "Es esencial que una infraestructura esté preparada para las amenazas que podamos anticipar, y poder responder a lo inesperado para ofrecer los servicios esenciales de los que depende la sociedad".
La ingeniería juega un papel destacado
Crear una infraestructura resiliente implica varios aspectos, desde la planificación a la financiación, el diseño, el funcionamiento y el mantenimiento. Varias subdisciplinas de ingeniería –como la ingeniería estructural y mecánica– pueden desempeñar un papel clave tanto en la creación como en la actualización de soluciones seguras, sostenibles y resilientes.
Al planificar y diseñar infraestructuras críticas, la ingeniería debe adoptar una perspectiva más amplia que tenga en cuenta desde posibles peligros a la respuesta y adaptación a desastres, y cómo recuperarse de los daños.
The Resilience Shift propone que "veamos una infraestructura no como lo que es, sino como lo que hace". En consecuencia, "en vez de crear sistemas a prueba de fallos en umbrales de diseño específicos, necesitamos desarrollar y operar sistemas que si fallan lo hagan de forma segura con consecuencias limitadas y una recuperación rápida".
Una base para generaciones futuras
Como anticipamos, los ingenieros desempeñarán un papel cada vez más importante en el diseño, la producción y el mantenimiento de infraestructuras críticas sostenibles, seguras y resilientes. De este modo, ayudarán a crear y salvaguardar la base de una sociedad que funcione bien como legado para generaciones futuras. También contribuirán en el desarrollo sostenible a nivel mundial.